Años más tarde empezamos “Mascarada Junior”, para los más pequeños, y el taller pasó a ser de humor, -la diferencia era que mientras que la finalidad de las historietas era hacer algo cómico, que hiciese reír, en el taller de humor abarcábamos aspectos más globales, como teatro, videos, fotografías, bailes, canciones, etc, con la finalidad de aprender a ver la vida de otro modo, más divertido-. El taller se duplicó en con otro taller para profesores del colegio y con Jornadas de Humor, para el colegio y para toda la ciudad. Siempre teníamos como objetivo desarrollar el sentido del humor y otro aspecto educativo que considerábamos importante. Insistíamos a base de lemas: “Aprende a reír” –reírse de uno mismo-; “Yo valgo mucho” –autoestima-; “Imagínatelo” –desarrollo de la creatividad- “Ser diferente está güay” –tolerancia y aceptación de la diversidad-; “Ríete, no te deprimas” –el pensamiento y emociones positivas-; “Cuando te enfades, ríete” –la risa en conflictos-;”Ríe y juega. Desenchufa la tele” –promover los juegos tradicionales- “Rietecónnode” –ríete conmigo, no de mí-;“La risa es salud” –los beneficios de la risa-. Son Jornadas para todo el colegio. Posteriormente la “jornada “ se extendió a tres o cuatro semanas. Cada profesor dedicaba una hora, dentro de ese periodo, al humor. Así se adaptaba mejor a cada clase. Posteriormente este proyecto ha sido difundido en otros lugares tanto en este país como en el extranjero.
Idea clave
En 1992 asistí becado a un curso de Verano en El Escorial: “El humor en serio”. En la clausura estaban los mejores humoristas en este país: Mingote, Forges, Chumy, Máximo, Gallego y Rey, Peridis, Julio Cebrián... En un coloquio les pregunté. “¿Pero a vosotros el humor os sirve para no cabrearos, para tomar la vida de otra forma más divertida?“ El murmullo general de respuesta indicaba que no. Máximo contestó algo así: “Estrujamos el cerebro para sacar algo gracioso todos los días y luego no nos quedan fuerzas. Nos cabreamos como todo el mundo”. Todos asintieron. A mí me sorprendió, porque si me metí, años atrás, en el humor era porque creía, y sigo creyendo, que un mayor sentido del humor nos ayuda a ver y reaccionar ante los contratiempos de una manera más creativa y divertida, o sea, a vivir mejor.
Reír
Como profesor que trabaja con adolescentes he tenido problemas que no se han solucionado, situaciones de un tremendo estrés, momentos de desesperación total. Ahí lo que más me ha ayudado ha sido poder reír, cuando humanamente no se podía hacer nada más. No es fácil, pero es una maravillosa experiencia cuando lo logras. Todo es conquista personal.
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